En la segunda mitad del siglo V a.C., Atenas y Esparta asumen la preeminencia entre las ciudades-estado griegas, y su rivalidad lentamente condujo a la pelea tan esperada que se conoce históricamente como la Guerra del Peloponeso.
Atenas y Esparta eran -en los tiempos de la Grecia Antigua- las más poderosas ciudades-estado griegas. Habían luchado como aliadas en las guerras Médicas contra los persas entre 499 y 449 a. C. Pero pronto se enfrentarían entre sí por la supremacía.
El ejército espartano:
Ambos fueron dos polis excepcionalmente potentes. En el caso de Esparta su mayor potencial residía en su poderoso ejército de infantería formado por soldados profesionales que recibían en nombre de hoplitas.
La sociedad espartana contaba con el trabajo esclavo de cerca de 200.000 ilotas (siervos).
La flota ateniense:
En el caso de los atenienses su mayor fortaleza era la flota naval, aumentada tras la retirada persa en 479 a.C. durante las Guerras Médicas.
El
mantenimiento de esta flota ateniense se lograba gracias al tributo de
estados vasallos. Los atenienses fueron los líderes de la llamada Liga de Delos.
Cada una de las polis que la
integraban había de colaborar con barcos de guerra y soldados, y, si no
lo hacía, con dinero.
La Guerra del Peloponeso
En contrapartida al creciente poder de Atenas al mando de la Liga de Delos, Esparta también forjó sus alianzas militares, formando la Liga del Peloponeso.
En los primeros años de la contienda, Esparta con su poderoso ejército de hoplitas invadió repetidas veces Atenas. Por su parte, Atenas aprovechaba su poderosa flota para para atacar las costas del Peloponeso.
En la última fase de la Guerra del Peloponeso, Esparta se alió con el Imperio Persa. Los gobernadores persas incitaron rebeliones en numerosas poleis que estaban bajo el dominio de Atenas en el Mar Egeo y en Jonia. Esto pronto debilitó la Liga de Delos. El final llegó cuando los espartanos destruyeron la flota ateniense en la Batalla de Egospótamos. Un año después, en el 404 a.C., Atenas se rindió.
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